lunes, 24 de septiembre de 2012

Vías




No podía evitar preguntarme si mi destino consistía en un cruce de caminos, con la posibilidad de escoger mi dirección, o si estaba hecho con una larga vía y lo único que me estaba permitido era seguir recto, hacia el infinito, hasta que, por alguna razón, me encontrara con un cruce que me obligara a cambiar el rumbo.

¿Hay alguien o algo que dirige nuestras vidas? 
¿O quizá somos nosotros mismos, a través de nuestras decisiones, quienes elegimos nuestro destino?
¿Cuantos pensadores y filósofos habrán intentado responder a esta simple pregunta, aún sin obtener una respuesta correcta?
Muchos, estoy segura.
Por eso, cada vez que observo al horizonte, visualizo mi camino. 
Y no es recto y llano, sino abrupto y serpenteante.
Pero aún así, es el mío; es mi destino.
Y si hay alguien que puede cambiarlo, soy yo. Sólo yo.
De eso es lo único de lo que estoy segura. 
Nunca puedes dejar que nadie te tire a la cuneta.

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