Pensaba que ya no me daba miedo la oscuridad. Que había vencido el temor de estar sola, perdida entre las tinieblas.
Pero al mínimo descuido me volvía a caer.
Las sombras se ceñían a mi alrededor, como un manto negro cubriendo el cielo, cada vez más oscuro.
Era una rendición; dejarse caer hacia un pozo sin fondo, del que quizás nunca lograria salir.
Diciembre 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario