Añoro esa mirada llena de luz, rebosante de vida.
Añoro el suave tacto de las sábanas arrugadas sobre nuestros cuerpos.
Añoro los rayos de sol colándose por la ventana, anunciándome los pocos minutos que me quedaban a tu lado.
Añoro tantas cosas de aquellas mañanas...
Y, aunque nunca lo admita en voz alta, lo que más añoro es a ti.
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