¿Hay alguien o algo que dirige nuestras vidas?
¿O quizá somos nosotros mismos, a través de nuestras decisiones, quienes elegimos nuestro destino?
¿Cuantos pensadores y filósofos habrán intentado responder a esta simple pregunta, aún sin obtener una respuesta correcta?
Muchos, estoy segura.
Por eso, cada vez que observo al horizonte, visualizo mi camino.
Y no es recto y llano, sino abrupto y serpenteante.
Pero aún así, es el mío; es mi destino.
Y si hay alguien que puede cambiarlo, soy yo. Sólo yo.
De eso es lo único de lo que estoy segura.
Nunca puedes dejar que nadie te tire a la cuneta.
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