Puede ser que tenga miedo a desenamorarme? De que mi corazón vuelva a estar vacío? De volver a tener mi mente desocupada? De no tener a alguien con quien soñar, con quien pensar cada día al despertar, de recordar sus besos antes dormir. Miedo a no ser capaz de volver a amar a nadie igual, a no volver a sentir lo que he estado sintiendo durante este tiempo. Miedo a la nada.
sábado, 28 de septiembre de 2013
Estoy cansada de disimular. De actuar. De dar a entender que ya no me importa. De hacer como si ya no me afectase. De luchar. De tirar siempre adelante. De no rendirme nunca. De parecer fuerte. Porque no lo soy. Si lo fuera, ya te habría olvidado.
Siempre me había sentido espectadora de mi propia vida. Al conocerte, empecé a ser la protagonista. Con nuestro primer beso, la protagonista de mi vida fuiste tu. Ahora, vuelvo a ser espectadora de nuestras vidas. Hasta que llegue el momento de ser protagonista de la mía y, tan sólo, una espectadora más de la tuya.
Nunca había pensado que algo tan bonito podría convertirse en tanto dolor. Que el mismo sentimiento que me hacía notar mariposillas por todo mi cuerpo, se transformaría en cuchillos afiliados desgarrando cada parte de mi ser. Que el mismo motivo de mi alegría me llevaría tanta tristeza. Que el nosotras podría volver a ser otra vez sólo tu y sólo yo, separadas, independientes, sin nada que nos una. Pero a pesar de todo, estoy agradecida por haber recorrido una parte de mi camino a tu lado. Supongo que igual que hace poco más de tres años nuestro destinó se juntó, ahora es el momento de que cada una tome su dirección. Aún así, no perderé la esperanza de que detrás de una curva, tomes un atajo para que nuestras manos puedan volver a entrelazarse una vez más.
Los celos te carcomen por dentro y van consumiendo milímetro a milímetro tu ser. Notas como tu interior se enciende rabia y odio. Te paraliza y te hace perder el norte. Sabes que ni tan solo tienes motivos para tener este sentimiento. No puedes tener miedo de perder algo que no te pertenece, algo que no es tuyo, que no lo ha sido nunca. No deberías preocuparte por alguien a quien ya no le importas, alguien que te ha dejado de querer. Pero no puedes evitarlo. Esa sensación te inunda e invade tus pensamientos. Y ahí es cuando pierdes la razón.